miércoles, 18 de septiembre de 2013

Competencia digital

Pizarra digital, tablet y, en menor medida, ordenador son las primeras palabras que nos vienen a la mente cuando hablamos de competencia digital. ¿Pero realmente sabemos qué es lo que esto significa?
La competencia digital es una de las ocho competencias que regulan las enseñanzas mínimas y está definida en el real decreto como “disponer  de  habilidades  para  buscar,  obtener,  procesar  y  comunicar información,  y  para  transformarla  en  conocimiento.  Incorpora  diferentes  habilidades,  que  van  desde  el acceso  a  la  información  hasta  su  transmisión  en  distintos  soportes  una  vez  tratada,  incluyendo  la utilización  de las  tecnologías  de  la  información  y  la  comunicación  como  elemento  esencial  para informarse, aprender y comunicarse”[1]. Esta competencia se concreta en algunos objetivos como pueden ser “iniciarse en la utilización, para el aprendizaje, de las tecnologías de la información y la comunicación desarrollando un espíritu crítico ante los mensajes que reciben y elaboran”[2].
Una vez sabido esto podemos cambiar nuestro concepto de competencia digital; ya no es utilizar “aparatos” en el aula sino que, en otras palabras, consiste en saber utilizar esos aparatos, esas tecnologías para un acceso a la información y adquirir así un conocimiento.
Estamos en la sociedad del conocimiento, estamos en una sociedad en la que las tecnologías forman parte de nuestra vida y estamos todos de acuerdo en que la escuela forma parte de esta sociedad; de ahí que la incorporación de las tecnologías al aula haya sido completa y absolutamente necesaria.
Su reciente incorporación trate consigo numerosos problemas a los que todavía estamos haciendo frente.
En primer lugar, es el crecimiento exponencial que tiene la tecnología frente a paulatina la formación del profesorado; lo que se conoce comúnmente como “brecha digital”. Los niños acuden al aula con un bagaje acerca de las nuevas tecnologías, en ocasiones, muy superior al del profesorado. Los niños son lo que se llaman “nativos digitales”; ellos han nacido en esta sociedad del conocimiento y son los profesores y los centros educativos los que se tienen que adaptar a esa sociedad. La formación del profesorado en cuanto a esta competencia está todavía “cogida con pinzas”; son necesarias nuevas metodologías, nuevas actividades, nuevas programaciones, nuevas ideas para trabajar los contenidos teniendo en cuenta esta nueva competencia.
En segundo lugar; la oposición a incorporar TICs en el aula de algunos de los profesores. No todos los maestros son partidarios de introducirlas en el aula. Muchos son reacios a cambiar los métodos influencia positiva de la incorporación de las TICs en el aula.
En tercer lugar; la falta de medios para evaluarla. Si ya tenemos problemas para evaluar competencias, más aún para valorar ésta. Poniendo un ejemplo; cómo podemos evaluar la capacidad de un niño de utilizar las nuevas tecnologías para obtener información que resulte significativa. Si pasamos una prueba escrita sobre la información que ha buscado estaríamos evaluando los conocimientos sobre esa materia; en vez de valorar si ha sido capaz de buscar dicha información utilizando los medios adecuados.
Entrando en un nivel más social y no tanto escolar; otro de los problemas es la dependencia y el impacto que puede tener en la socialización del niño. Las nuevas tecnologías crean dependencia y se están dando muchos problemas de aislamiento y de dar más importancia a relaciones virtuales que a la vida con niños cada vez más pequeños. Además de crear una brecha aún mayor entre las zonas desarrolladas y las no desarrolladas; una mayor diferencia entre los que pueden permitirse incorporarlas en sus aulas y los que no.  
Esto no quiere decir que la competencia digital sea mala; simplemente estamos en una sociedad de cambio y estamos a la expectativa a ver que pasa y a ver si realmente esto sirve o no. El sistema educativo es el que ha decidido que hay que meterla en el currículum y en los contenidos; de ahí que sea necesario un aprendizaje, una formación. Por un lado hay que dotar a las personas de competencias informáticas que las capaciten para saber cómo funcionan las TIC, para qué sirven y cómo se pueden utilizar para conseguir objetivos específicos. Y por otro, educar a las personas para que sepan moverse en este caos de información; es decir, que sepan reconocer cuándo necesitan información, dónde localizarla, y darle el uso adecuado.



[1] Extraído del anexo 1; RD 1630/2006, de 29 de diciembre (BOE, 4, de 4 de Enero de 2007).
[2] Extraído del RD 1630/2006, de 29 de diciembre (BOE, 4, de 4 de Enero de 2007)